Entrevista con Ryutaro Nakamura, director de Serial Experiments Lain

"No hay nada interesante en el sujeto, sino en las tensiones y contradicciones que lo acechan" 

*Entrevista realizada en enero de 2025



Serial Experiments Lain; Cyberpunk, Sci Fi, Ciencia Ficcion, Anime, matrix


¿Piensas que el mundo virtual nos permite conectarnos unos con otros y escapar así de nuestra soledad?

El mundo real, al igual que la Internet, está cableado (Wired). Los seres humanos estamos conectados, formamos parte de una red de naturaleza múltiple: recuerdos, sueños, neuronas, información genética, lenguaje. Cables eléctricos que zumban, presencias espectrales en los postes de luz. Conversaciones de café y teorías conspirativas por teléfono celular. Dos jóvenes se besan en la salida del club nocturno. ¿Quién dirá que no están intercambiando información? Conectados así, de manera tan brusca. El chicle que pasa de una boca a otra es una desagradable pero valiosa propagación informática.

Piensa en un semáforo, una señal tan clara como un mandamiento divino. No matarás. No cruzarás. Al menos hasta que la información cambie. Al menos hasta que tu mente cambie.

¿Cómo podríamos estar solos? Miente quien habla de la soledad. La soledad es imposible, porque estamos cableados hasta los huesos, incluso en los rincones más oscuros de lo que llamamos nuestra identidad. Cableados a otros. Con otros. Ese es nuestro infierno.


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Entonces, ¿el mundo virtual podría ser pensado como una metáfora de nuestra realidad?

Exacto. Adoro el pensamiento por analogía. Como el mundo virtual, el mundo real está estructurado en dos niveles: hardware y software. El nivel del hardware se refiere a la materialidad del cuerpo, a los dispositivos físicos que hacen posible su funcionamiento y su organización. El cerebro, la piel, la carne, los órganos, sus prótesis e implantes. En cambio, en el plano del software resulta más fantasmático: allí moran los programas y códigos cargados en un aparato en cuestión; es decir, una narrativa. En este caso, se trata de las narrativas que moldean la subjetividad de un individuo, su mente. La madre que recita todas las noches un cuento de hadas a su hijo está realizando una fina tarea de tecnoingeniería, repite un arte milenario de programación. Demás está decir que el software puede ser infectado, reprogramado o directamente reiniciado.

Como el mundo virtual, el mundo real se mantiene en pie física e imaginariamente gracias a una red infinita de conexiones que combinan sustancia e información, lo que es decir hardware y software. Sustancia: pensemos en una ciudad con sus calles, casas, autos, sistema de tránsito, hospitales, escuelas, universidades, una maraña de cuerpos, brazos, bocas y materiales de todo tipo en contacto permanente.

Información: pensemos en los ciudadanos, sus biografías, las historias que se cuentan, los hilos de pensamientos y recuerdos que tejen sus cosmovisiones e ideologías. Al final del día, tendremos una telaraña de doctores, profesores, psicólogos o artistas; a gran escala, diferentes disciplinas científicas, diversos tipos de relaciones sociales, amistades, familias y un largo etcétera.

Combinados, ambos estratos dan forma a un infierno de pensamiento y metal enmarañados en un espacio virtual y real a la vez, para darte una imagen, como esas grandes cajas que portan los postes de luz eléctrica. Nuestro jardín de las delicias artificial.


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Presentas una visión inquietante, cuando no pesimista, de la identidad humana. Si la subjetividad es algo programado, no hay lugar para el libre pensamiento. Eso la convierte en un blanco fácil de intereses políticos y lógicas de mercado. En un escenario así, no queda mucho por hacer.

No hay nada interesante en el sujeto. No deberías buscar nada allí, de lo contrario saldrás decepcionado. Basta con echar un vistazo a la situación actual. Tomemos el ejemplo de las redes sociales. Lo único que existe allí son consumidores, repetidores pasivos de consignas diseñadas por los grandes competidores del mercado. Es una cuestión de códigos. Incluso la política se ha disuelto en el mercado. No hay lugar para el debate, sino que se trata de la corroboración de la efectividad de ciertos programas que simulan enfrentamientos. Un ajedrez de datos que reduce la complejidad social al testeo de patrones de información, un choque de sistemas organizados, si quieres ponerlo así, que difícilmente pueda llamarse guerra o batalla. No encontrarás un dibujo interesante en el tráfico de información que producen los usuarios de internet. Bien podría compararse al movimiento de una masa anónima de datos que cobra identidad al trazar patrones delineados con anterioridad; sus conductas, por lo tanto, son esperadas, simples y legibles.


¿Podrías dar un ejemplo concreto de esas conductas en las redes sociales?

Sí. Las redes sociales se han vuelto el motor de un deseo por restaurar las fronteras nacionales e identitarias en formas de vida arcaizantes. Circula un anhelo de control de los flujos poblacionales en territorios estables y definidos. Nuevamente, esta tendencia no es aleatoria, sino que responde a intereses programados y testeados en los laboratorios del mercado. Es comprensible que una figura como Elon Musk, de quien uno hubiera imaginado ingenuamente la aceleración de la humanidad hacia sus últimos límites, hacia una entidad de ciencia ficción inquietante, cercana quizás al androide, en cuyo cuerpo las fronteras raciales y de especie se disuelvan... es comprensible que Elon Musk utilice en cambio la cibertecnología para promover el ideal del hombre común, con sus trilladas divisiones de sexo y raza, categorías claras y tajantes. Volvemos al mundo tradicional de la familia durante la Guerra Fría, en una sociedad bipolar. Y así, lamentablemente, el hombre de clase media llegará a Marte. La carrera espacial asegura la perpetuación de una humanidad estable y conservadora, junto a su cómplice, el mundo virtual, que reproduce sin cansancio un modelo de individuo pasivo, tradicional, de sexualidad estable, un programa que ha demostrado ser sumamente operativo y eficaz.


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        (La Red del siglo XXI distorsiona la realidad a través de consignas insoportablemente simples)

                

Pero en Serial Experiments Lain propones una visión diferente. La “Wired”, el Nexo, o el mundo virtual, es un espacio mucho más complejo e interesante.

No hay nada interesante en el sujeto, sino en las tensiones y contradicciones que lo acechan. Cuando hicimos Serial Experiments Lain, hacia fines de los 90, la red era un espacio diferente. Lejos de ser el territorio de control y manipulación del pensamiento en el que se ha convertido ahora, Internet asomaba como una promesa y a la vez un misterio, un escenario extraño, ominoso, donde te encontrabas con fenómenos paranormales, sectas de introvertidos murmurando incoherencias a la luz de la noche. Era una jungla de datos sin otras leyes que las del hackeo y la experimentación. Parte de ese universo, y de esa euforia, quisimos plasmar con Serial Experiments Lain.


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En Lain, el Nexo es un espacio virtual al cual las personas se conectan para ampliar su conciencia y los límites de su identidad. Tal vez incluso se transforman en otros. Allí no hay criterios claros de objetividad que regulen la realidad, sino que el mundo del Nexo está abierto a la experimentación y las posibilidades creativas y económicas de sus usuarios. Abundan las sociedades secretas, el contrabando de información y la paranoia religiosa. Al entrar al Nexo, uno tiene la sensación de que algo extraño está sucediendo, puesto que es un espacio de otredad.

Sin embargo, sería ingenuo pensar que se trata de un sueño compartido o de una mera ilusión mental. El Nexo, en tanto software, es un espacio anclado en una realidad material. Precisa de computadoras y dispositivos informáticos duros (hardware) que interactúen con las redes neuronales del cerebro y aceleren su funcionamiento para producir nuevas experiencias en la psique, tan caóticas como profundas. En el Nexo, el misticismo se propaga como un virus. El mundo real entra en crisis.


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               (Las conexiones neuronales son aceleradas mediante Psyche, un hardware que circula de  manera clandestina entre los hackers, a la manera de una droga de ingeniería)

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No solo eso. A medida que avanza la serie, las fronteras que separan el mundo real del mundo virtual se vuelven, al menos, confusas. Al punto de que uno llega a preguntarse cuál es la verdadera naturaleza de la realidad.

La realidad no es algo dado a descubrir. Se lucha por ella. En Serial Experiments Lain, la existencia de una realidad objetiva es puesta en cuestión porque las personas comienzan a pasar más y más tiempo en el Nexo. De repente, el ciberespacio nos da la posibilidad de ser otros. Arrojar al clóset, sin doblar, el despreciable traje el yo. Proliferan, como murciélagos, una turba de avatares que están dispuestos a desconocer las reglas del mundo real. ¿Eso te parece poco? ¿Fantasía de algunos inadaptados? Pues no. La información en el Nexo corre como agua por las alcantarillas, igual de turbia. Infornografía. Aunque parezca un plano fantasmal, etéreo, el Nexo deja cicatrices en el cuerpo. Es inseparable de él. Un juego de niños se convierte en un asunto de vida o muerte. Una sociedad agnóstica comienza a hablar de Dios. ¿No te parece maravilloso?


Maravilloso, pero alarmante. Adictas al ciberespacio, las personas dejarían de preocuparse por sus vidas y perderían autonomía. Renunciarían al control de sus cuerpos para vivir en un mundo de fantasía, como fumadores de opio.

De nuevo, tu problema está en pensar en que los sujetos abandonan el plano físico para adentrarse a una fantasía virtual. ¿Y si fuera al revés? ¿Y si fuera el software el que cobrase autonomía?

Lain plantea la invasión del Nexo al mundo real, una infección que desestabiliza las fronteras del conocimiento que configura la naturaleza de una realidad. La distinción entre materia y espíritu, entre mente y cuerpo, se vuelve obsoleta, porque el verbo se hace carne. Un verbo caótico, desestabilizador, una tormenta de información reclamando su belleza en el espejo de la verdad. Aparecen los dobles, los agentes secretos, los hackers que espían tu vida íntima por las ventanas de tu casa. Infección. En el cuerpo metálico de la ciudad, se filtra una virtualidad llena de azar, de fragmentos de vidrio, de entidades ocultas con extraña y asombrosa capacidad de agencia, como la sociedad de los Knights (Caballeros) o la misma Lain. Por supuesto, esta intrusión no está exenta de conflicto ni de respuestas políticas. A la mayoría de las empresas e instituciones políticas no les conviene este caos. Pelearán por mantener el orden. Las fronteras de la realidad claras y precisas. Una suerte de CIA que vigila y asegura la independencia de ambos mundos. O peor. La subordinación del Nexo al mundo real, como una mera herramienta de trabajo.


Lain, Dios, cuerpo, maquina, virus, matrix(Dios es una infección que intenta materializarse en el plano físico)


Eso me llama la atención. Al parecer, en el Nexo hay seres que tienen una misteriosa capacidad de agencia, superior a la de los demás usuarios. Es un esquema que veremos replicado luego en películas como Matrix, donde Neo (the “One”, el Elegido) es capaz de leer y manipular los códigos de información que estructuran la realidad virtual. ¿Qué es toda esta jerga religiosa? ¿Qué tienen que ver Lain y Neo con la religión?

Lain y Neo son personajes que pueden moverse en la red de manera fluida, como peces en el agua, porque tienen una capacidad asombrosa, tal cual señalaste, para reconocer los patrones que estructuran la realidad en forma de red. Esto es así porque fueron programados para ello. Esa es su misión. Son el prototipo de lo que actualmente llamaríamos una poderosa máquina intuitiva, capaz de reconocer conexiones entre informaciones aparentemente diversas. Con el poder de agencia que les brinda ese conocimiento intuitivo, Lain es capaz de manipular la información codificada del Nexo y reprogramar la realidad a su antojo. Este es el carácter divino de la web. Cristo camina sobre las aguas. O transforma la composición química del agua en vino. Si el Nexo y el mundo real están más entrelazados de lo que suponemos, las deidades del Nexo se transforman en poderosos programas teológicos, en inquietantes monstruos lovecraftianos, porque son capaces de descomponer y recomponer las estructuras del mundo que nos rodea, cual alquimistas cibernéticos. Este es el aspecto caótico de Dios.

Pero también, si lo quieres, Lain es una metáfora de la Red. Como dije al principio, la humanidad está conectada, ya sea a nivel material o neurológico. Alguien tiene que velar por dichas conexiones. Y ese alguien es Lain. La humanidad redimida por el sacrificio de una adolescente en la cruz. Lain. Un ser omnipresente que custodia un principio de orden e integridad que, en vez de manipularnos, hace posible el amor, las relaciones afectivas, las conexiones entre unos y otros. Divinidad atada a un poste de luz eléctrica. Dios es Amor. Let’s all love Lain.


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Al final, lo que importa, son las relaciones humanas, entre personas de carne y hueso.

Sí. O al menos eso pensamos en los 90, cuando la paranoia y la exacerbación de una Internet caótica amenazaba con desatar impulsos verdaderamente oscuros de nuestra psique colectiva. Frente a esta asombrosa amenaza de descomposición, lo sensato era preservar el mundo real, cultivar las relaciones sociales, estar atento a las ilusiones y trampas que nos podía tender la tecnología. Se trataba de evitar el suicidio. Y para ello era necesario que las fronteras entre el mundo físico y el ciberespacio se mantuvieran relativamente estables, custodiadas, pero desde el amor y el afecto, no desde el control, la vigilancia y la especulación mercantil.


¿Y en la actualidad?

Hoy, aunque el escenario es diferente, la respuesta es la misma. Las redes sociales promueven un espacio homogéneo, hiperreal, sin ningún atisbo de contradicción. Es lo que hablamos anteriormente. La Internet actual promociona conductas que siguen patrones de orden corporativo, complacientes con las lógicas de mercado y coherentes con la delimitación de las fronteras culturales, políticas y económicas. La Red quiere ocultar su carácter de Red. Sin embargo, y este detalle es muy importante, utiliza los mismos medios de la antigua Red, pues aunque otra, sigue siendo la misma. Formalmente, se trata de una gran máquina de programación, con sus fascinantes aparatos de captura. Hoy lo que el ciberespacio te vende es un exceso de orden, consignas publicitarias tan simples y estereotipadas que desestabilizan la realidad con su potencia, volviéndola inasible. La amenaza, el peligro de infección, sigue viniendo del Nexo. Se propaga, igual que en los 90, como una enfermedad de transmisión informática. Pero en vez de contagiar y producir desorden, nos contamina con su estratificación, con su orden operativo.

Eso es lo que convierte a Serial Expirements Lain en una ficción tan actual, aun a 25 años de su creación (al igual que Matrix). Porque la respuesta es la misma. Necesitamos volver al mundo real, por más que suene conservador. Y la forma de hacerlo es recuperando su carácter de Red. El ciberespacio se ha transformado en un mercado mundial poderosamente organizado. La Web ha perdido su misterio. Es tiempo, entonces, de recuperar esas conexiones en el mundo real. Restaurar su caos. Apreciar su multiplicidad en el reverso del organismo virtual. La Tierra no es otra cosa que una enorme red neurológica que actúa por sinapsis. Los seres humanos estamos conectados a nivel inconsciente. Cableados hasta los huesos. Solo tenemos que darnos cuenta de ello. Si somos capaces de seguir los enmarañados hilos de información que estructuran nuestras múltiples realidades, en vez de verlos como elementos aislados, podremos establecer conexiones nuevas y extraordinarias. Podremos hackear la carne. Hacer cibernética del cuerpo. Buscar la religiosidad en el metal y el acero. Buscar a Lain.



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Marcos Liguori (2025)
Serial Experiments Lain (1998), Ryūtarō Nakamura, Chiaki J. Konaka & Yoshitoshi ABe





Comentarios

  1. Alucinante. Me dejó fascinado

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  2. Tremendo, encontrar otras redes de sentido!

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  3. Me hizo pensar en el libro Kentukis de Samanta Schweblin, donde los personajes están unidos por una red que los sobrepasa, con rasgos espeluznantes, y que está presente incluso en los momentos más profundos de soledad. Porque la tecnología está atravesada por personas que miran, que se pasean en la cotidianeidad de los demás, y en el medio la red invade esa realidad, sin ningún misterio, silenciosamente disruptiva como en la sociedad actual.
    Me encantaría ver Serial Experiments Lain, este texto se convirtió en uno de mis favoritos.

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